No se si esto le pasa a todo el mundo, pero por lo menos a mi, la palabra quimioterapia me suena a algo radiactivo, a rayos gamma o algo así.
Pues nada más lejos de la realidad, la quimioterapia consiste en diluir un fármaco en un bote de suero fisiológico. Una vez diluido te lo van inyectando en la vena mediante un gotero conectado en la pata delantera. Depende del fármaco que te toque esa semana y de la velocidad del gotero cada sesión puede durar de 30 minutos a 1 hora.
Antes de cada sesión me realizaban un hemograma completo para comprobar que todo estaba bien.
Por si a alguien le interesa el precio, en el hospital veterinario cada sesión costaba entre 60-100 euros dependiendo del fármaco y de las pruebas que tocasen esa semana.
Desde la primera sesión noté muchísima mejoría en tres días los ganglios y el abdomen volvieron a su estado normal, yo estaba muy animada y volví a tener apetito.
Nunca he tenido efectos secundarios, no se me ha caído el pelo, ni he tenido vómitos ni diarrea y por extraño que parezca cunado salía de cada sesión no me sentía mal, ni cansada, ni aburrida, al contrario, salía con muchas ganas de correr y jugar porque, claro, después de estar 1 hora sin moverme en una mesa, solo tenía ganas de liberar energía.
Al principio estuve acudiendo a mis sesiones una vez por semana durante 4 meses con los descansos que establece el protocolo (leer entrada quimioterapia teoría).En este tiempo los síntomas no volvieron a aparecer.
Después de este periodo las sesiones se espaciaron cada quince días.
En esas semanas entre sesiones a veces se me inflamaba algún ganglio, sobretodo los de la garganta, pero normalmente con la siguiente sesión se me quitaban.
Estuve así 6 meses hasta que tuve una pequeña recaída en Diciembre del 2008.